Estimado Sr. Covid-19:
Al escribir estas líneas, Usted y yo no nos conocemos, afortunadamente. No sé exactamente dónde nació (aunque se sospecha), no sé tampoco sus antecedentes y mucho menos sus planes. Lo que, si sé, es que esta carta se vuelve necesaria ante su comportamiento y sus maneras.
Hagamos un breve recuento.
Al momento de esta redacción usted ha matado, (sí escuchó bien) matado a más de 216,000 personas en todo el mundo. Tiene usted infectados a más de tres millones de personas; ha dejado sin empleo a miles de millones de personas y ha logrado que la economía mundial se deprima hasta los huesos.
Usted ha tenido, desde hace semanas, a millones de médicos, enfermeras, enfermeros, camilleros, personal hospitalario, etc. trabajando hasta en los pasillos y recepciones de los hospitales, a familiares rezando y consolando a distancia a sus propios enfermos; a familias despidiendo a sus integrantes a lo lejos; ha despertado sentimientos de terrible incertidumbre y de pánico entre todos los que vivimos aquí.
Debo admitir que lo subestimamos todos, que pensamos que sería la nota de un par de semanas y listo. Que nada nos apagaría la música de la fiesta, que su presencia sería pasajera y sepultada en los anaqueles de la estadística de las pandemias. Nos equivocamos gravemente.
Aceptemos que Usted ha logrado rendir a las economías más grandes del mundo, hundir más a las que siempre se hunden; logró que los aviones dejaran de volar, que los hoteles cerraran sus puertas y que la gente dejara de reunirse. Logró detenernos, cambiar nuestros planes.
Sin embargo, el que ahora mismo usted esté vanagloriándose de este triunfo solitario tiene sus grandes matices. No es sino un triunfo colectivo. A su bando se unió la indisciplina de los pueblos, la incredulidad de los ineptos, el fanatismo de los partidarios a políticos populistas y bananeros, la incultura de los que no leen, las ganas de seguir un ritmo que debía suspenderse y finalmente la infinita crueldad de los malos liderazgos mundiales. Así que primeramente le pido un mínimo de humildad en la victoria para reconocer que su victoria es colectiva.
Hasta aquí el reconocimiento de sus logros. Ahora déjeme darle un par de puntos al favor de nuestro bando, de los que estamos en una casa sin más agenda que encender en la noche una televisión que nos revienta en la frente notica mala tras noticia peor. De los que obedecemos nuestra propia pandemia de bolsillo, de lo que tratamos de cuidar a los nuestros y que desorbitamos los ojos en la oscuridad de la madrugada mientras el televisor sigue encendido; de los que hemos aprendido a usar cloro en nuestra rutina diaria junto con un rosario de enjuagues a través de una videoconferencia.
Sin embargo de lo anterior, Sr Covid 19 este tiempo también nos ha permitido victorias que usted jamás sabrá apreciar, le menciono algunos: los mejores artistas vivos están ahora mismo, mientras usted lee este texto, escribiendo piezas extraordinarias de música, cine, teatro, etc. obras que usted jamás conocerá y nosotros sí. Ahora mismo alguien está arropando a sus hijos como hace tiempo no lo podía hacer y hay libros extinguiéndose en los ojos de millones de lectores. Hay gente, de esa misma que usted piensa infectar, descubriendo nuevas aficiones y maneras de ver el mundo, hay vecinos cantando a todo pulmón desde sus balcones y empresas buscando a sus clientes para saber mas de ellos, de sus familias y de sus maneras de pensar sobre este tiempo.
También este planeta, el cual lo albergará brevemente, se regocija con bocanadas de aire más limpio, animales salvajes retomando su lugar y agua limpia cantando en los ríos.
Finalmente le tengo la noticia más devastadora para usted, lo venceremos. Quizá nos tardaremos, pero finalmente asistiremos a su funeral con sus estertores como música de fondo, iremos llenos de regocijo por convertirlo en recuerdo, volveremos a bailar, a viajar y a reunirnos. Volveremos a contarnos entre los que estamos vivos y recordaremos a los que se fueron con profundo respeto. Nos quitaremos el sombrero ante los héroes que lo derrotaron como gigantes, así veremos a cada persona que porte una bata blanca en la batalla por la salud. Ellos nos salvaron.
Quizá Sr. Covid, debamos hasta agradecerle que nos haga desde hoy ser un poco más sabios que ayer y saber que nada tiene sentido si no tenemos salud, gracias pues por eso, pero por favor, márchese por donde llegó y déjenos celebrando la vida.
Gerardo Matienzo
Communications Professional / Chief Communications Officer BTC y Big Fish / Price Travel Holding